Preparar una buena bandeja de ricos y dulces pastelitos árabes de frutos secos y miel, llamados baclawa de pistachos y rosas, es más sencillo de lo que parece. Aunque la receta se ha elaborado sólo con pistachos pelados, se pueden sustituir por los frutos secos crudos sin sal que a uno más le gusten.
Ingredientes:
350-400 g. de frutos secos pelados (crudos y sin sal)
10-15 hojas de pasta filo (mantener refrigerada)
120 g. mantequilla derretida (mejor clarificada)
1 cucharada sopera de canela en polvo
200 g. azúcar
100 g. miel natural
4 cucharadas soperas de pétalos de rosas
Preparación:
Empezamos triturando los frutos secos, teniendo en cuenta que cuanto más chico sea el trozo se comerá más cómodamente. Le añadimos la canela y lo mezclamos bien.
A continuación montaremos las capas de pasta y frutos secos como si fuera una lasaña. En una fuente de horno, pintamos con mantequilla la base ponemos una hoja entera de pasta filo, la pintamos con mantequilla, ponemos otra, la pintamos y también una tercera. Ahora esparcimos 1/3 de la mezcla de frutos secos. Repetimos esto dos veces más y acabamos con otras tres hojas filo para terminar, siempre pintadas de mantequilla. Antes de meter en el horno, cortamos la pieza en trozos haciendo cortes verticales y horizontales.
Lo más difícil de esta receta es el manejo de la pasta filo. Os aconsejamos que la mantengáis todo el rato en la nevera salvo por los momentos de coger las tres hojas de una capa, porque se quiebra con facilidad y es muy fina.
Con el horno a 190º, metemos la fuente y la dejamos hasta que se dore (entre ocho y diez minutos).
Podemos aprovechar el momento horno para hacer el jarabe de miel y rosas. Infusionamos todos los pétalos unos 5 minutos en un vaso de agua. Lo colamos y vertemos la mitad en un cazo pequeño con la miel y el azúcar. A fuego muy lento y removiendo tendremos el jarabe hecho cuando el azúcar se disuelva del todo.
Nada más sacar el pastel del horno, regamos el pastel con todo el jarabe y lo tapamos con papel de aluminio.
Aquí llega lo más difícil de todo… Aguantar toda una noche entera sin probarlo para que el pastel se emborrache de miel. Ahora, eso sí, como desayuno no decepcionará a los más golosos.